España es uno de los territorios con más biodiversidad de todo Europa y por ello es reconocida en el mundo entero. Y como era de esperar, los diversos murciélagos cumplen una función vital para el equilibrio del país, sobretodo en en control de plagas. Respecto a su distribución, la Península Ibérica cuenta con 25 especies diferentes de murciélagos de las cuales la mayoría habitan en los árboles y cuevas de las zonas altas con relieve, pero hay muchos casos de colonias enteras establecidas en edificaciones humanas. Por otro lado las Islas Canarias, que cuentan con 8 especies de murciélagos, una de ellas es el murciélago orejudo canario que es único y autóctono de estos archipiélagos.
El estudio de los murciélagos comenzó relativamente tarde debido en gran parte a la dificultad para estudiarlos, pero también por la falta de interés. En 1970 se realizaron grandes descubrimientos, como por ejemplo la capacidad de adaptación del animal a bajas temperaturas. Algunos desarrollan pelaje, otros migran y otros hibernan. Pero hasta hace una década fueron ignorados. Sin embargo, en la actualidad hay muchos zoólogos que se centran en los murciélagos, en parte por la necesidad de analizarlos por el bien de su conservación, y en parte por pura inclinación hacia seres extraordinarios. Además las nuevas técnicas y métodos permiten cuantificarlos en analizarlos momento de su ciclo biológico, atraparlos de manera segura con redes de niebla o cuantificar su número con detectores ultrasónicos.
No obstante, el enorme declive en la cantidad de murciélagos o incluso su peligro de extinción nunca habían sido tan inminentes. Las principales amenazas son tanto por causas naturales como antropológicas. Y es que los murciélagos sufren muchísimas enfermedades silvestres, que sumadas a su modo de vida en comunidad y en lugares cerrados resulta en contagios y una constante transmisión de parásitos. Pero a este problema llevan enfrentándose toda su existencia. El verdadero peligro no entiende de fronteras y abarca a los murciélagos de todo el mundo, la humanidad. Principalmente son causas que alteran sus hábitats, como la deforestación o el vandalismo en las cuevas, también por agotamiento de sus recursos energéticos, como la pérdida de agua causada por la desertificación. Pero todavía hay motivos peores, como la cacería indiscriminada de murciélagos, normalmente por miedo o por diversión. O los accidentes eólicos, que en ocasiones están posicionados de manera nefasta, de tal forma que cada año fallecen miles de murciélagos y aves. Pero la más reciente de las preocupaciones y por la que más se está combatiendo es el uso de insecticidas, ya que además de acabar con su principal alimento también los intoxica. Y por si no fuera suficiente la reproducción es de una cría por año, demasiado lenta para procurar la supervivencia de estas útiles y bellas especies.
Por esto último es reconfortante saber que en España se preocupan verdaderamente por el bienestar del animal. Por ejemplo, este verano en el campo de fútbol del Valencia, paralizaron las obras para respetar el periodo de reproducción de una super colonia que se había establecido en las gradas. Aunque las prevenciones no se limitan a casos excepcionales, sino que hay multitud de medidas que se están tomando día a día. Asegurando la buena calidad de los hábitats, colocando refugios en lugares devastados o protegiendo determinadas zonas. Evitando los tratamientos insecticidas y concienciando mediante campañas divulgativas sobre su positiva presencia en nuestro entorno y los falsos temores de la población. También endureciendo las sanciones por vandalismo y realizando estudios previos a las instalaciones de parques eólicos y otras infraestructuras. Sin embargo cabe destacar que algunas de estas medidas todavía no han pasado del papel. Y como suele ocurrir, que se cumplan o no depende de la situación económica e interés de cada época, independientemente de la necesidad de estas criaturas.
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